Amarula en mano, sin pucho ya. Lo dejé. Ahora me atraco con otras cosas. Pensamientos, por ejemplo.

Y mejor largar... mejor dejarlos salir... mejor evitar exceso de pensamientos. De pensar boludeces, por sobre todo. De pensar, bah.

Mi Diario Intimamente Publico.

Sos testigo de mi raye. Si lo creés necesario, sugerime un psiquiatra, que no me ofendo. Vamos viendo.


viernes

Casandra sobrevive...

La magia viene con papelitos de colores invisibles y muchas ganas. Muchas. De a poquito los papeles se van cayendo, son volatiles, y así como todo lo volátil se disipa, ella también. Si Casandra aprendiese de una buena vez que no está hecha para el amor, dejaría de sufrir. Al principio, muy al principio, veía en él al hombre que la acompañaría un largo tramo. Y que quizá las cosas luego se darían para que continuasen caminando juntos, pero no era afecto lo que sustentaba esa idea. Eran buenos modales.
Cuándo se cree que se está en buen rumbo no hay que temer por poner todo sobre la mesa. Si continuamente hay una devolución, menos.
Pero Casandra que va de puntillas de pie por la vida, esperando el próximo golpe, temió por ella una vez más, y se cuido mas de lo necesario, otra vez.
Todas habían aprendido a andar con cuidado en esto de las relaciones, y se repetían una y otra vez, las unas a las otras:

"No te empalagues", avisaban.... "No te empalagues chiquitita..."

Y no se empalagó. Y el intercambio de risas y caricias compartidas, de pronto y de a poco, se fue convirtiendo en intercambio de distancias, de silencios, de abrazos menos intensos, de besos cada vez menos pasionales. Mantenía sí esa camaradería propia de dos personas que al verse se reconocen, pero sólo eso. Siempre el beso justo, la palabra suficiente, las caricias contadas y las miradas poco tiernas. Amables, pero no muy dulces, porque no quería dar una imagen de mujer enamorada. El corazón apenas descubierto y las expectativas justas para no ilusionarse demasiado con un después.
Y con eso no basta para el amor. Ahora se queda otra vez con los brazos vacíos y helados, anulando caricias y guardando las ganas, porque ella misma se las quita. A su posibilidad de amar, y a su posibilidad de ser amada, las guarda en el cajón más profundo.
Por miedo, por incapacidad, por supervivencia.

2 comentarios:

carmeloti dijo...

Podrías titular este capitulo carmeloti, porque me puse mi armadura para no sufrir y que no me hiriesen, esta vez la herida fue peor, me la cause yo sola, y el resultado fue la apatía de no sentir, por mutilar sentimientos.

Carito dijo...

Carmeloti!!!!

Te has recorrido íntegro mi blog!!! No sabes lo que me honras con este tiempo que le has dedicado, y tus notas a cada entrada.

Hace un poquito q no escribo pero sabiendo que hay lectores tan lindos como tú, pues así sí que me pondré a escribir...

Un gusto tenerte por aquí, y gracias por el feedback!